Se conoce como «milagro sobre hielo» a la victoria de Estados Unidos sobre la Unión Soviética en la fase final de hockey sobre hielo en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1980 celebrados en Lake Placid, Nueva York.

En dicho encuentro el equipo estadounidense, formado por jugadores universitarios, venció por 4:3 al combinado soviético, considerado entonces el mejor equipo de hockey del mundo, en un ambiente de rivalidad deportiva marcado por las tensiones de ambos países en plena Guerra Fría.​ La victoria fue determinante para que Estados Unidos se hiciera con la medalla de oro.

La Unión Soviética había encadenado cuatro oros olímpicos y desde 1964 mantenía un récord de 27 victorias, un empate y una derrota con un balance anotador de 175 goles a favor y 44 en contra.

“Si jugáramos ese partido 100 veces, perderíamos 99”, aseguró Rob McClanahan, miembro del equipo, en una columna en el Star Tribune. “Era increíble como movían el puck”.

Tras salir de la desastrosa guerra del Vietnam, el escándalo del Watergate y en medio de una crisis de inflación y desempleo, el triunfo sobre el gran enemigo representó mucho más que un oro.

“Puede ser el momento único más indeleble de la historia del deporte en EE. UU.”, escribió Sports Illustrated de aquel combinado que “llevó a una nación entera al frenesí”. Una gran mayoría de ciudadanos estadounidenses, según varias encuestas, lo consideran el mayor logro deportivo del siglo XX.

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