El Mausoleo de Augusto, la grandiosa tumba que el primer emperador de Roma mandó construir para su dinastía hace dos milenios.

El mausoleo, durante décadas, estuvo abandonado, escondido en pleno centro histórico entre la maleza, ha sido rehabilitado desde 2017 gracias a la colaboración entre el sector público y la telefónica TIM.

Es un edificio cilíndrico en el que se depositaron las cenizas de Augusto. El mausoleo, hoy en ruinas, era ciertamente colosal: alcanzaba una altura de 45 metros y con sus 87 metros de diámetro sigue siendo el sepulcro circular más grande del planeta.

Dentro, en su centro, custodia otro edificio cilíndrico en el que se depositaron las cenizas de Augusto y de su familia.

El edificio no es un monumento cualquiera, sino que se trata de la primera tumba dinástica de aquella Roma que en el año 27 a.C dejaba atrás el sistema republicano para ser regida por emperadores. Pero su relevancia no solo es arqueológica sino también política, clave para entender el asentamiento de la dinastía Julio-Claudia.

Augusto accedió al poder al ganar cinco guerras contra quienes se lo disputaban, la última y más decisiva, la batalla naval de Accio, frente a las costas helenas, contra Marco Antonio y Cleopatra.

Los romanos temían que este famoso militar trasladase la capital a Egipto, embriagado por su bella y legendaria reina, y por eso Augusto, tras su triunfo, una de las primeras cosas que ordenó fue la construcción de este enorme mausoleo.

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