La sangre consta de distintas partes o componentes, que son: los glóbulos rojos, los glóbulos blancos, las plaquetas y el plasma.

Los glóbulos rojos (llamados también «eritrocitos» o «hematíes») son células que trasportan oxígeno por todo el cuerpo. Cada glóbulo rojo vive aproximadamente cuatro meses. Los glóbulos rojos contienen una proteína llamada hemoglobina, la cual les permite recoger el oxígeno de los pulmones. El cuerpo necesita hierro para producir hemoglobina.

Los glóbulos blancos (llamados también «leucocitos») son células que forman parte del sistema inmunitario del cuerpo, y ayudan a combatir las infecciones y las enfermedades. Hay distintos tipos de glóbulos blancos: neutrófilos, linfocitos, monocitos, eosinófilos y basófilos. Según el tipo de célula, los glóbulos blancos viven durante varios días, meses o años.

Las plaquetas (llamadas también «trombocitos») son células que ayudan a coagular la sangre. Tras una cortada o magulladura, las plaquetas se adhieren entre sí para formar un coágulo o «tapón» que ayuda a controlar el sangrado, impidiendo que el cuerpo pierda demasiada sangre. Las plaquetas viven en el cuerpo entre 7 y 10 días.

El plasma es la parte líquida de la sangre. Este líquido trasporta los distintos tipos de células de la sangre a todas las partes del cuerpo; además, el plasma trasporta unas proteínas llamadas «factores de coagulación» que ayudan a las plaquetas a formar coágulos.

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