Las hormigas son, junto a las abejas, los insectos sociales por antonomasia. De hecho, evolucionaron de antepasados comunes a mediados del cretácico hace unos 100 millones de años. Pueden formar colonias extensas, también llamadas hormigueros, que son omnipresentes y resistentes.

Los hormigueros generalmente están formados por un conjunto de túneles, entradas y montículos (comúnmente de tierra o arcilla) sobre la colonia subterránea, que forma parte de la misma y son construidos progresivamente por las hormigas, con la misma tierra que extraen del suelo. Hay cámaras de cría, para almacenaje de comida o de acoplamiento.

La colonia se construye y mantiene por legiones de hormigas obreras. La comida se introduce en el hormiguero llevada por las obreras tras recogerla del entorno circundante y se le puede seguir el rastro de hormiguero en hormiguero mediante el uso de isótopos estables.

Los huevos son puestos por una o varias «reinas». Las reinas son diferentes a las demás castas, y son las más grandes entre todas las hormigas, sobre todo su abdomen y tórax que están mucho más desarrollados. Su única tarea es poner huevos para incrementar el número de individuos de la colonia.

La mayor parte de los huevos puestos por las reinas se desarrollan para producir hembras estériles sin alas, llamadas «obreras».

En la mayor parte de especies de hormigas, periódicamente enjambres de nuevas reinas aladas y machos (también alados) abandonan el hormiguero para aparearse.

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