Henrietta Leavitt (1868-1921) fue una astrónoma americana que, a fines del siglo XIX, descubrió un método para medir las distancias a las estrellas.

Su descubrimiento es la piedra angular que revolucionó nuestro conocimiento del Universo, expandiéndolo hasta límites no imaginados hasta entonces. A ella se debe que otros astrónomos pudieran descubrir que existen millones de galaxias como la nuestra.

Cuando se recuperó de una grave enfermedad, trabajó como voluntaria en el Observatorio del Harvard College. Allí, desde el año 1886, un grupo de mujeres realizaban tareas relativamente mecánicas, examinando meticulosamente placas fotográficas o haciendo tediosos cálculos. Eran llamadas las “calculadoras de Harvard” o también, las “computadoras de Harvard”.

Leavitt se incorporó al equipo de las “calculadoras de Harvard”. Debía anotar los datos de cada estrella, incluyendo su tamaño, relacionado con el brillo, y compararlos con los obtenidos del mismo sector espacial pero en diferentes momentos del año.

Un día, en 1904, cuando estaba catalogando una placa cristalográfica de la “Pequeña Nube de Magallanes”, observó cierto patrón en el comportamiento de las estrellas variables que se hallaban en la constelación de Cefeo.

Concluyó que las cefeidas que tenían el mismo período de pulsación tenían, también, la misma luminosidad. Con esta correlación entre periodo de pulsación y luminosidad, establecía la gran regla que permitió comenzar a medir el tamaño del Universo.

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