El desierto de Farafra, conocido como el Desierto Blanco se encuentra en la frontera oriental del Sáhara, en Egipto.

Farafra tiene una población estimada de alrededor de 5.000 habitantes que viven principalmente en la ciudad de Farafra habitada en su mayoría por beduinos locales.

El Desierto Blanco fue en otro tiempo, un lecho marino en el que poco a poco se fueron formando rocas por sedimentación. Diferentes capas de material aglutinadas en ocasiones por las corrientes marinas.

Tras este periodo y con la retirada del mar, el lecho salió a la superficie, dejando una tierra fértil en la que rápidamente creció vegetación, formando un ecosistema similar a la sabana.

Fue una zona rica en flora y fauna, poblada por cazadores y animales. Los movimientos tectónicos que siguieron, además de la creciente sequía que formó el Sáhara terminó por crear el desierto blanco.

La singularidad de éste es de la rareza geológica del color de la tiza, modeladas a capricho por la erosión de los siglos. Unas con forma de champiñones gigantes, otras de conos de helado no menos descomunal o parecidas a los animales más diversos, su estampa onírica se yergue sobre una lunar que hace millones de años ocupó el lecho del océano.

Las grandes rocas de yeso blanco, restos de roca dura, poco a poco erosionadas por el viento y la arena. Las partes más duras resisten, son los denominados inselbergs.

Fue declarado Parque Nacional y área natural protegida por el gobierno Egipcio en 2002.

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