El síncope, conocido también como desmayo, es la pérdida de la conciencia durante un período breve. Es un problema frecuente en la población general. El paciente pierde el conocimiento de manera brusca sin síntomas previos.

Antes de desmayarse la persona puede sentir debilidad o náuseas. Además, puede tener la sensación de que la visión se está constriñendo (visión del túnel) o que los ruidos se van desvaneciendo en el fondo.

Las causas del síncope pueden ser muy diversas; desde cardiovasculares como las arritmias, hasta neurovasculares, como las migrañas. También pueden estar relacionados con el miedo, el dolor intenso y el sufrimiento emocional, resumiendo las últimas tres: las emociones fuertes.

Los problemas con el corazón y los vasos sanguíneos son la causa de alrededor del 10% y suelen ser los más graves, mientras que la causa más común es la relacionada con el funcionamiento neural.

El síncope afecta a entre tres y seis de cada mil personas al año. Es más frecuente en personas mayores y en mujeres. Es el motivo de entre el uno y el tres por ciento de las visitas a los servicios de urgencias y de los ingresos hospitalarios.

El tratamiento depende de la causa del desmayo. Temporalmente se intenta mantener al paciente con las piernas elevadas y la cabeza baja en un lugar bien ventilado y sin aglomeraciones.

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