Se conoce como las Cruzadas a una serie de campañas militares llevadas a cabo por buena parte de la Europa cristiana, en particular la Francia de los Capetos y el Sacro Imperio Romano, bajo el impulso de la autoridad eclesiástica, el Papa.

Tuvieron lugar durante dos siglos (1096 y 1291) y tenían como finalidad recuperar el control político y religioso de la Tierra Santa.

En principio fueron nueve cruzadas diferentes, cuatro mayores y cinco menores, pero también hubo más adelante en la Historia una serie de guerras en España y en la Europa del Este que también fueron denominadas como tales y que en algunos casos se extendieron hasta el siglo XV.

Los soldados que participaban en estos ejércitos papales se llamaban cruzados y portaban una cruz de tela cosida sobre la ropa, para identificarse como leales a la Iglesia Católica Apostólica Romana. A cambio de sus esfuerzos, les eran perdonados todos los pecados previos que hubieran cometido.

Involucrando emperadores, reyes y la nobleza europea, así como a miles de caballeros y guerreros más humildes, las guerras tendrían consecuencias tremendas para todos los involucrados. Los efectos, aparte de las obvias muertes, vidas arruinadas, recursos destruidos y gastados, variaron desde el colapso del Imperio bizantino a un agriamiento de las relaciones e intolerancia entre las religiones y personas en el Este y Oeste que aún afecta a gobiernos y sociedades hoy en día.

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