Tā moko es la marca permanente de la cara y el cuerpo que practican tradicionalmente los maoríes, los pueblos indígenas de Nueva Zelanda.

Los primeros registros se tienen de estos tatuajes son de los cuadernos de bitácora del capitán británico James Cook en 1700. Pero probablemente este arte se llevaba realizando desde siglos atrás.

En lugar de la punción clásica que se hace en los tatuajes modernos, este se realizaba mediante cuchillos y cinceles fabricados con huesos de albatros, dientes de tiburón o piedras talladas a modo de punzón o aguja. Todos los diseños son monocromáticos y las tintas solían ser de una mezcla de carbón y hollín principalmente.

Lo que diferenciaba este estilo del estilo moderno (aparte de un dolor más intenso) es que, en lugar de dejar la superficie lisa, deja en la piel una especie de cicatrices estriadas o marcas profundas.

Desde 1990 ha habido un resurgimiento en la práctica del tā moko tanto para hombres como para mujeres, como un signo de identidad cultural y un reflejo del renacimiento general del idioma y la cultura. La mayoría de los tā moko que se aplican hoy en día se hacen usando una máquina de tatuaje, pero también se ha reactivado el uso de «uhi» (cinceles).

Una gran proporción de neozelandeses ahora tiene tatuajes de algún tipo,​ y hay "una aceptación creciente ... como un medio de expresión cultural e individual".

Más información: mardetintatattoo.com