El agnosticismo es la postura que considera que la veracidad de ciertas afirmaciones —especialmente las referidas a la existencia o inexistencia de Dios, además de otras afirmaciones religiosas y metafísicas— son desconocidas o inherentemente incognoscibles.

El biólogo británico Thomas Henry Huxley acuñó la palabra «agnóstico» en 1869. Sin embargo, algunos pensadores y obras de la antigüedad ya habían promovido puntos de vista agnósticos.

Entre estos últimos se encuentra el agnosticismo de Sanyaia Belatthaputta (filósofo indio del siglo V a. C.) respecto de la existencia de cualquier forma de vida más allá de la muerte,​ el de Protágoras (filósofo griego del siglo V a. C.) sobre los dioses​ y el del «Himno de la creación», parte del texto sagrado indio Rig-veda (uno de los textos conocidos más antiguos, compuesto probablemente entre 1500 a. C.-1200 a. C.), acerca del origen del universo.

Agnóstico y ateo son palabras con distinto significado y, por tanto, no deben emplearse como sinónimas. El agnóstico no afirma la existencia o inexistencia de Dios mientras estas no sean demostrables. Ateo, por el contrario, es aquel «que niega la existencia de Dios».

Con carácter general, y más allá de matices filosóficos, para aglutinar a ateos y agnósticos suele emplearse la expresión «no creyentes».

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