Las puzolanas son materiales silíceos o alumino-silíceos a partir de los cuales se producía históricamente el cemento, desde la antigüedad romana hasta la invención del cemento Portland en el siglo XIX. Hoy en día el cemento puzolánico se considera un ecomaterial.

Los romanos utilizaban este término para referirse a un tipo de ceniza volcánica, específicamente el del volcán Vesubio (el que destruyó Pompeya y Herculano). A sus faldas se encuentra el pueblo de Pozzuoli, de donde obtuvieron el nombre. En la actualidad, no obstante, el término puzolana se ha generalizado para abarcar cualquier material silíceo o aluminio-silíceo que se pueda usar para fabricar cemento.

Para convertirla en cemento, la puzolana se mezcla con agua y cal. Las propiedades químicas de la ceniza producen una reacción, la llamada actividad puzolánica. Dicha reacción provoca un endurecimiento del cemento u hormigón, endurecimiento que arrecia con el tiempo.

Debido a la misma reacción, las moléculas resultantes de hidrato de calcio sílice, aumentan en número, pero se reducen en tamaño. Las moléculas más pequeñas pueden rellenar los poros, produciendo un material mucho más permeable.

Tan eficaz fue la puzolana como material de construcción que nada la sobrepasó hasta el siglo XIX, con la invención del Cemento Portland. Aún así, el cemento hecho con puzolana le gana al Portland en algunos puntos. 1) Es más barato, 2) produce menos gases de efecto invernadero, y 3) es más duradero.

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