Los hepatocitos son las células que predominan en el hígado, un órgano esencial para la vida. Suponen el 80% del hígado y forman su parénquima, es decir, el tejido especializado en las funciones que definen al órgano, en este caso, el llamado tejido hepático.

Estas células son de naturaleza poliédrica o prismática, porque tienen una forma geométrica con varias caras (generalmente seis). Estas estructuras individuales se pueden observar con un microscopio óptico, pues son grandes, de unos 20 a 40 micrómetros de diámetro.

Curiosamente, este tipo de células presentan dos núcleos esféricos grandes, en vez de uno. Y cada núcleo es tetraploide, es decir, alberga cuatro juegos de cromosomas, en vez de dos, como sucede en la mayoría de células del cuerpo humano, que son de naturaleza diploide.

Respecto al citoplasma (la sustancia contenida entre núcleo y membrana exterior), destaca por ser rico en glucógeno y grasa, lo cual está claramente justificado por la función de almacenaje que realiza el hígado.

Otra particularidad de los hepatocitos es que cada uno contiene muchísimas pequeñas "centrales de energía" (entre 800 y 1.000 mitocondrias). Esto es debido al gran trabajo y gasto metabólico que deben realizar.

Los hepatocitos no solo son el componente esencial del hígado a nivel estructural, sino que sintetizan la bilis, metabolizan productos procedentes de la dieta, degradan fármacos y sustancias nocivas presentes en el torrente sanguíneo, entre otras muchas funciones.

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