La leucemia es un tipo de cáncer de la sangre que comienza en la médula ósea, el tejido blando que se encuentra en el centro de los huesos, donde se forman las células sanguíneas.

Esta enfermedad da lugar a un elevado número de células sanguíneas anormales. Estas células sanguíneas no están completamente desarrolladas y se denominan blastos o células leucémicas.

Los síntomas pueden incluir hemorragias y hematomas, fatiga, fiebre, sudoraciones nocturnas y un mayor riesgo de infecciones. Estos síntomas se producen debido a la falta de células sanguíneas normales. El diagnóstico suele realizarse mediante análisis de sangre o biopsia de médula ósea.

Las células cancerosas se pueden propagar al torrente sanguíneo y a los ganglios linfáticos. También pueden viajar al cerebro y a la médula espinal (el sistema nervioso central) y otras partes del cuerpo.

Las leucemias se dividen en dos tipos principales: agudas (que progresan rápidamente) y crónicas (qué progresan lentamente.). Los tipos principales de leucemia son: leucemia linfocítica aguda (LLA), leucemia mielógena aguda (LMA), leucemia linfocítica crónica (LLC) y leucemia mielógena crónica (LMC). También hay un número de tipos no tan frecuentes.

Algunas leucemias, con frecuencia, pueden curarse. Otras, son difíciles de tratar, pero pueden controlarse. Los tratamientos pueden incluir quimioterapia, radioterapia y trasplante de células madre. El pronóstico ha mejorado notablemente en los últimos tiempos.

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