El día 30 de abril de 1945, Adolf Hitler y su esposa, Eva Braun, se encerraron en una sala. Al cabo de unos minutos ingresaron sus ayudantes y encontraron a Hitler muerto por un disparo y a Eva Braun muerta por efecto del cianuro.

Sus cuerpos fueron quemados y los restos que no se consumieron fueron enterrados. Días más tarde una unidad especial soviética encontró esos restos, que fueron llevados a un cuartel en Magdeburgo, donde se les enterró en un jardín.

En 1970 fueron exhumados y destruidos.

Esta es la historia oficial confirmada recientemente por las últimas investigaciones. Sin embargo, durante mucho tiempo la falta de información pública y los confusos informes de guerra alimentaron otras teorías sobre la verdadera causa de la muerte del Führer.

Una teoría muy difundida y ya descartada afirmaba que Estados Unidos salvó a Hitler de la muerte para contar con su información, que sería valiosa en una esperable confrontación con el comunismo ruso. Por eso Hitler habría sido evacuado y conducido en un submarino a la Patagonia, donde habría muerto de muerte natural, 17 años más tarde.

Otra versión indicaba que, con la guerra ya prácticamente perdida, Goebbels acusó al Führer de ser judío y, aprovechando su sorpresa, lo asesinó de un tiro en la cabeza. Luego, el propio Goebbels convenció a su esposa de suicidarse con una cápsula de cianuro; colocó su cuerpo junto al de Hitler y los prendió fuego. Mientras se quemaban, escapó del bunker disfrazado de religioso.

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