El 30 de enero de 1649, el rey de Inglaterra Carlos I Estuardo era conducido al patíbulo y decapitado, en cumplimiento a la sentencia dictada días antes por un tribunal formado específicamente para juzgar al rey y que había declarado al mismo culpable de alta traición y lo había condenado a ser ejecutado.

Con ello se puso fin a varios años de enfrentamiento entre el rey y su parlamento y a dos cruentas guerras civiles que habían asolado las islas británicas primero entre 1642 y 1646 y después en 1648. Las diferencias y las luchas de poder entre los reyes ingleses y sus súbditos no eran nuevas.

Carlos I había sobrepasado con creces todos los límites convocaba y desconvocaba a su antojo al parlamento en función de sus necesidades económicas y sus discrepancias políticas.

Además se había enfrentado a un parlamento fuerte, que había llegado a crear su propio ejército para enfrentarse al monarca, ejército dirigido por Oliver Cromwell y Sir Thomas Fairfax. Además era un parlamento con una fortísima representación de la corriente religiosa protestante conocida con el nombre de puritanismo, que chocaba fuertemente con las creencias y el modo de vida del monarca y su odiada esposa Enriqueta María, de gustos lujosos y francesa y católica.

Es el único rey de la historia de Inglaterra que ha sido ejecutado. Su ejecución sentó las bases de lo que es hoy el Reino Unido, porque a partir de ese momento todos los reyes fueron constitucionales y sometidos al Parlamento.

Más información: www.biografiasyvidas.com